ES LA HORA DE LAS BUENAS PERSONAS

El presidente del PP-CLM, Paco Núñez, ante la crisis del COVID-19

Paco Núñez, presidente del PP-CLM
Paco Núñez, presidente del PP-CLM

Hola de nuevo. Aquí estoy frente al teclado, como cada día, para contaros mis sensaciones y mis sentimientos a esta hora de la tarde.

Sigo en la línea de trabajo que me propuse al principio de esta crisis que a todos nos ha supuesto replantearnos muchas cosas en la vida.

Habrá un antes y un después, estoy seguro de ello.

He escrito de los sanitarios, que tan mal lo están pasando, por falta de medios y de recursos humanos. Pido diariamente más material.

He recordado la gran labor que están haciendo los cuerpos y fuerzas de seguridad.

He pensado y repensado lo que estarán sufriendo todos los autónomos, los empresarios, los trabajadores, los empleados que no saben si volverán a tener un trabajo cuando acabe esto…

Os hablé del enorme trabajo que han hecho alcaldes y concejales de toda nuestra tierra.

Y reflexioné sobre la importancia que tiene el apoyo de la familia en esta situación.

Y hoy, mi mente no ha dejado de pensar en ese sacerdote que ha sido hallado muerto en una cuneta, cerca de la residencia social asistida San José de Toledo, de la que era capellán.

Don Jaime iba caminando desde su parroquia en un barrio toledano hasta la residencia, en la que hasta el confinamiento, celebraba una misa diaria a media mañana.

Y durante estos días se acercaba cuando se lo pedían para reconfortar a las personas que allí se encuentran. La mayoría, personas mayores, algunas incapacitadas.

Una labor, la de los capellanes, que en estos días está siendo reconocida y aplaudida por todos los enfermos y usuarios de hospitales y residencias de todo el país.

El otro día escuché la entrevista del padre Iñaki, capellán en un hospital de Madrid, que, aun a riesgo de ser contagiado y correr su vida peligro, prácticamente vive allí turnándose con otro sacerdote todos los días para reconfortar a los enfermos, algunos de ellos en sus últimos momentos de su vida.

Y decía este sacerdote que él, que saluda siempre, antes apenas recibía la cortesía de otro saludo por parte del que lo recibía. Y comentaba que ahora, prácticamente todos los que allí pelean a diario contra el monstruo que nos acecha, le devuelven el saludo, en un claro signo de compañerismo y solidaridad.

Con esta reflexión me gustaría que no olvidemos tampoco a estos religiosos que, con su dedicación, altruismo y demostración de amor al prójimo, tanto bien hacen en nuestra sociedad.

Que no vuelvan a caer en la tentación de intentar quitarlos de hospitales y residencias quienes, con motivos banales, no hacen sino querer imponer un modelo de vida ajeno al que tenemos y queremos.

No ofenden a nadie y quien así lo precise sabe que en ellos va a encontrar palabras de ánimo y consuelo.

Estos días de penuria lo están demostrando, poniendo en riesgo sus vidas incluso.

Por eso quiero, desde esta tribuna, homenajearlos y animarlos a seguir con su trabajo, tan beneficioso y gratificante para todos nosotros, creyentes o no.

Descanse en paz Don Jaime.

 

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